9 de junio de 2009

King Kong de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack (1933)

El simio más grande que hayamos visto en nuestras vidas evadiendo balas sobre el Empire State, es una escena que ha sido colocada en nuestras mentes, covirtiéndola en un clásico que ha sido fuente de inspiración para parodias e incluso muchísimos remakes.

En aquel entonces. Los protagonistas de tan fabulosa película de fantasía y aventuras eran: Fay Wray, Robert Armstrong y Bruce Cabot. Haciéndola un éxito de taquilla para chicos y grandes.

La historia es una aventura difícil de imaginar, pero en el mundo de Hollywood todo es posible: el hallazgo de haber encontrado a Kong, un simio gigante en una isla prehistórica perdida.

Pero ahí no termina todo, ya que el tierno orate, fue llevado a la civilización sin pensar en las consecuencias que eso traería en su bienestar. La fantasía exagera, pero el trasfondo de la trama tiene mucha moraleja.

King kong, es más que balas y acción para deshacerse de un peligroso simio, es la crítica a la “civilización”, que no respeta a los animales, conviertiéndolo todo en un circo, comercializando las cosas sin importar su hábitat y su bienestar, algo muy parecido a la realidad, lo malo es, que con tintes menos rosas que en la ficción.

El año 1932 vió por primera vez en la pantalla grande al enorme gorila, en el teatro Radio City Music Hall de Nueva York, causando sensación en las audiencias, siendo inmediatamente un éxito de taquilla.

King Kong es un clásico del cine que fue pionero en efectos especiales, dándonos una graciosa idea de los recursos del cine para hacer emocionar a las audiencias de aquel entonces.

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