La fantasía hacia lo sobrenatural ha aumentado entre las féminas del mundo, todo esto gracias a los alcances comerciales que han tenido las novelas de Stephenie Meyer, Anne Rice y demás autoras de colmilludos proyectos.
Las escritoras, porque todas las contemporáneas han sido mujeres, han logrado rescatar al Romeo por medio de la modernidad en sus argumentos, haciendo una mágica mezcla con el mundo vampírico y la época actual.
La sangre ha tomado otro significado, ya no es cuestión de miedo, sino de romance…un nivel más íntimo y macabro se fusiona con el afrodisiaco irremediable: el peligro…en donde personajes como Bella, Ever, Sockie, Zoey.etc… son las nuevas heroínas del siglo XXI.
Ahora las mujeres nos hemos adentrado a un mundo densamente masculino, en el que el vampiro se pintaba como el típico misógino que chupaba sangre sin cesar a cambio de pervertidos y sacrílegos actos para extraerla.
Ahora, las mujeres lo han modificado para que sea el caballero de la edad media perdido, pero con la participación activa femenina y no como objeto de deseo inservible y a modo de adorno.
La tendencia vampírica se la debemos a Stephenie Meyer en la que el interés por los vampiros ha sido por el personaje de Bella Swan, una joven que tiene las típicas características de la tímida adolescente con problemas de autoestima, y que cumple con el sueño de muchas niñas: ligarse al galán de los galanes no sólo por su apariencia física, sino también por su interior.
Stephenie Meyer, ha logrado vender más de 63 millones de ejemplares por todo el mundo…según datos de la editora Little, Brown and Company. Esto nos dice que ocupamos a ese galán perdido, y que el hombre ha sido devaluado y tenemos esa necesidad de recuperarlo.
La sensualidad de los vampiros va más allá de la comercialización de la pantalla grande, es un manifiesto de la sociedad para decirnos algo, que refleja el deseo sexual de una generación, en la que los adolescentes se sienten inmortales…algo muy tentador para toda la humanidad.
Las escritoras, porque todas las contemporáneas han sido mujeres, han logrado rescatar al Romeo por medio de la modernidad en sus argumentos, haciendo una mágica mezcla con el mundo vampírico y la época actual.
La sangre ha tomado otro significado, ya no es cuestión de miedo, sino de romance…un nivel más íntimo y macabro se fusiona con el afrodisiaco irremediable: el peligro…en donde personajes como Bella, Ever, Sockie, Zoey.etc… son las nuevas heroínas del siglo XXI.
Ahora las mujeres nos hemos adentrado a un mundo densamente masculino, en el que el vampiro se pintaba como el típico misógino que chupaba sangre sin cesar a cambio de pervertidos y sacrílegos actos para extraerla.
Ahora, las mujeres lo han modificado para que sea el caballero de la edad media perdido, pero con la participación activa femenina y no como objeto de deseo inservible y a modo de adorno.
La tendencia vampírica se la debemos a Stephenie Meyer en la que el interés por los vampiros ha sido por el personaje de Bella Swan, una joven que tiene las típicas características de la tímida adolescente con problemas de autoestima, y que cumple con el sueño de muchas niñas: ligarse al galán de los galanes no sólo por su apariencia física, sino también por su interior.
Stephenie Meyer, ha logrado vender más de 63 millones de ejemplares por todo el mundo…según datos de la editora Little, Brown and Company. Esto nos dice que ocupamos a ese galán perdido, y que el hombre ha sido devaluado y tenemos esa necesidad de recuperarlo.
La sensualidad de los vampiros va más allá de la comercialización de la pantalla grande, es un manifiesto de la sociedad para decirnos algo, que refleja el deseo sexual de una generación, en la que los adolescentes se sienten inmortales…algo muy tentador para toda la humanidad.
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