Entre los chunches cinéfilos me encontré este film de muy buen trasfondo, además de haberse ganado el León de oro por Mejor Actriz y Película en Venecia, pues toma el delicado tema del aborto, que tantas críticas y discusiones ha despertado en el mundo entero.
Vera Drake (Imelda Staunton), la señora en cuestión, ayuda a las jovencitas a practicarse abortos, además de trabajar como empleada doméstica en casas adineradas de Inglaterra.
Su marido es un mecánico y tienen dos criaturitas que mantener: Sid y Ethel, este último con retraso mental, por lo que requiere de más cuidados, pues además tienen que cuidar de su madre que ya está muy viejita.
Esta señora, digamos que tiene una doble vida, ayuda a las jovencitas los viernes por la tarde a practicarse abortos rápidos y fáciles, sin juzgarlas ni regañarlas, solo lo hace por ayudarlas, por buena gente.
La pobre señora acaba en la cárcel debido a que una niña se desangró, la controversia comienza, pues ella no lo considera malo ni delito, simplemente las ayudaba, pues el panorama de estas chicas es bastante crudo y el aborto su única salida.
Polémica y fuerte, la película te muestra diferentes perspectivas, además de una sociedad donde la mujer es condenada y tachada aunque haga lo contrario, pues quedarse con los bebés o matarlos crea infiernos en ellas.
La mujer peca de inocente, además no cobraba ni un quinto…y bien dicen que si te metes de redentor sales crucificado, pues es el caso de Vera Drake, pero aquí lo importante es el trasfondo del filme: toda la sociedad es culpable de los abortos, pues las clínicas clandestinas son carísimas, hay machismo, no cultura de prevención y para acabarla de fregar: un infierno de sociedad, véanla, vale la pena.
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