29 de octubre de 2010

El nombre de la Rosa (1986) de Jean-Jacques Annaud

"Adso, si supiera las respuestas a todo, estaría enseñando teología en París"- El Nombre de la Rosa

Rara vez vemos cintas basadas en una novela que al ser adaptadas a la pantalla grande, logren efectos similares a los generados por el manuscrito. Y es que la lectura encierra una magia particular que nos transporta a otros mundos. El cine también es mágico, pero el proceso de transportación es diferente. Por eso, El Nombre de la Rosa es un claro de ejemplo de lo que se puede hacer cuando un escritor y productores comprenden la esencia de una historia y saben traducirla utilizando los mejores elementos.

La trama tiene mucho suspenso, algunos momentos cómicos que liberan la tensión y tintes de romance, a pesar de situarse en una abadía católica del siglo XIV en el norte de Italia. Sean Connery interpreta a un fraile - Guillermo de Baskerville - que resulta una mezcla entre Sherlock Holmes, Guillermo de Occam, Dr. Gregory House y Hercule Poirot en tono medieval, el cual es llamado para resolver los misteriosos asesinatos que han ocurrido en la abadía.

Lo acompaña un joven aprendiz de nombre Adso de Melk, el cuál está impresionado por los métodos e inteligencia de su maestro. Pero el verdadero protagonista es la narrativa de la historia. La forma en la que la película nos va integrando a lo que ocurre, tanto que llega un momento en el que sentimos que somos testigos, como Adso, y vamos junto con Barkerville tras los pasos del asesino misterioso, que parece proteger un grandísimo misterio en la biblioteca del monasterio.

Para los amantes de la literatura y sobre todo de este libro, sepan que tiene la aprobación del mismo Umberto Eco, quién dijo haber escrito la novela pensando en los planos de secuencia fílmica, para así poder dar una mejor explicación del ambiente. Y eso es lo que Annaud, el director, logra de manera magistral.

Muchas cosas podemos decir de esta cinta, pero la principal es que es un verdadero clásico: las actuaciones son soberbias, controladas, a tono y en perfecta armonía. La ambientación es destacable y detallada y el guión transmite el núcleo del misterio y de las analogías que hacen crítica a las autoridades, a la religión, al fanatismo y sobre todo a la ignorancia.

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