Basada en la vida del astrofísico Stephen Hawking y su primera mujer, Jane, en la época en que ambos lucharon contra la enfermedad degenerativa. El director James Marsh, nos trae un filme hermosamente trabajado con la sensibilidad propia de la temática.
Bajo un mundo puramente científico, los personajes están trabajados de manera impecable y multifacéticos.
No se queda en la tontera hollywoodense de “Felices para siempre”. La teoría del Todo es una oda al realismo y a la sensibilidad artística y científica, en la que te sumerge en el paisaje de los libres pensadores y superación de vida sin llegar a ser ridículamente optimista.
Hawking desafiando todo presagio médico, dedica una vida a las publicaciones y el saber científico, sin llegar a ser su condición física un limitante; mientras te narra en el plano personal, una vida llena de matices interesantísimos, los personajes nos muestran una intimidad agobiante y llena de frustraciones, alegrías, fracasos y emociones que te dejan ver a un científico humano y nada pretencioso.
En resumen, es una película excelente a la que yo le daría todos los premios, el actor Eddie Redmayne te envuelve en su actuación, pues no hay un gesto, un paso o una sonrisa que no se parezcan al Hawking real; pero además logra transmitirte emociones y un sentido de vida que no habíamos visto hace mucho tiempo en un personaje basado en hechos reales.
La fotografía refinada, una distinguida elección de planos y una edición maestra y ágil. La banda sonora, sin ser memorable, se ensambla a la perfección en sus momentos, pero lo más destacable, las analogías del universo a nuestra vida terrena e infinita. Ahora muero de ganas por leer sus obras, empezando por “Una breve Historia del Universo”.