El cine mudo tuvo el sonido de la risa y de la verdad gracias a Charles Chaplin, el cómico que se atrevió a parodiar a lo políticos más poderosos de su época con El dictador (1940), a criticar todo el sistema capitalista con Tiempos modernos (1936) y también hacernos llorar como cocodrilos con Candilejas (1952).
Hoy a 122 años de su muerte, el mundo entero lo recuerda. Hombre conflictivo en la vida real, pero excelente actor, cómico, guionista, director, en pocas palabras artista. Una vez más, ya no hay muchos como él, jamás se repetirá este fenómeno creativo que nos ha hecho reír a las nuevas generaciones, el cine mudo tenía ese encanto especial, esa nostalgia propia del celuloide de antaño que plasmaba realidades sociales por medio de la risa, su ingrediente principal. Pero Charles Chaplin no ha muerto, sigue vivo en sus obras para la posteridad, y gracias a Dios que su obra se postergará gracias al avance digital. ¡Viva Chaplin!
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