
Colin Firth tenía el Oscar seguro, ni que decir de Helena Boham Carter como la esposa fiel que nunca imaginé ver en un papel que no fuera de loca excéntrica. Geoffrey Rush te enternece hasta las lágrimas, una amistad digna de ser contada y atreverse a tratar al tú por tu a un hombre con miles de complejos, estigmas y barreras sociales.
Mucha gente erróneamente endiosa o encuentra que la gente de la clase alta no sufre o se la pasa a todo dar, pero el peso que recae en ellos más los traumas de una infancia con frivolidades y responsabilidades es mucho.
Esta historia es una inspiración a todas aquellas personas que no pueden hablar bien por una u otra razón, una oda a la comunicación, al respeto, la superación personal y el valor de decir HASTA AQUÍ.
Muchas veces las limitaciones esta reducidas a nuestro cerebro, nosotros mismos nos volvemos discapacitados.
ResponderBorrarSaludos,
Nelly Torsion